¿Por qué son importantes las vacaciones? Por Lorena P. Aguirre
Pensar es
preguntarse. ¿Las vacaciones son importantes? Creemos que algo es importante
cuando uno decide que lo sea. Muchas veces no le damos el valor a ciertas cosas
que lo ameritan. Todo el año se esperan las vacaciones, indudablemente, las
vacaciones son importantes, reflexionemos porque...
Etimológicamente,
vacaciones deviene del latín “vacans”, participio del verbo vacare: estar
libre, desocupado. En nuestra vida cotidiana significa parar de hacer lo que
hacemos todo el año o habitualmente. Uno deja de hacer lo que habitualmente
hace para descansar. Entonces en primer lugar, las vacaciones tienen que ver
con la PAUSA, esa pausa para nosotros mismos, sin exigencias externas, ni
internas, sin horarios, sin cumplimientos. Esa pausa en la que emerge el ocio,
el aburrimiento, lo inesperado… o lo esperado del tedio. Talvez las vacaciones
sean una invitación a disfrutar del OCIO. Dicen que el ocio es un gran maestro.
En la Antigua Grecia se consideraba que el ocio era el tiempo auténticamente
humano, un tiempo creativo por excelencia. Parar la máquina del trabajo en la época
de la productividad también nos ofrece habitar nuestro tiempo de otra manera en
nuestra vida. En nuestra cultura actual que busca siempre los “resultados ya”,
el ocio se presenta como “perder el tiempo” pero ¿de quién perdernos el tiempo?
¿Es nuestro tiempo el que perdemos o es el de la empresa, proyecto, mandato
cultural? Entre la pausa y el ocio pueden aparecer cosas interesantes que se
exploran desde el interior al exterior de uno mismo, y que incluso nutra a
posterior el proyecto o la empresa u objetivo laboral. La pausa y el ocio traen
oxigeno nuevo, aire necesario para que se establezca ese corte necesario que
opera aliviando, calmando, generando otra cosa.
En segundo
lugar, podríamos relacionar las vacaciones con la búsqueda del PLACER: el
jugar, el pasear, el viajar, el hacer lo que nos gusta, lo que sentimos. Allí
pueden surgir grandes apasionamientos por algo. Según S. Freud el principio del placer gobierna
nuestra vida anímica (junto al principio de realidad). El placer es vivido como
un alivio de la tensión psíquica. Esta búsqueda del placer es clara en las
infancias, ellas quieren las cosas que les generan placer y evitan el dolor. A
medida que van creciendo, las infancias y adolescencias, comprenden que deben
tolerar y retrasar la gratificación, y se vuelven de a poco más realistas. El
adulto se vuelve demasiado realista y tiende a perder placer. Es parte de la
salud no perderlo. Viajar, hacer
deportes, leer un cuento o libro nuevo, dibujar, escribir, mirar películas,
andar en bici, estar al aire libre, compartir más con los familiares y amigos. Disfrutar
lo que nos ofrece la cultura, la naturaleza, la vida, eso nos ayuda a
construirnos como personas y repensar nuestra vida. Todo viaje es un
enriquecimiento personal: hace pensar y ver cosas nuevas. Y Un viaje puede ser
no solamente un viaje propiamente dicho sino también un buen libro, una juntada
con amigos, una película o alguna experiencia que nos nutre y saca del mundo
habitual para ofrecernos otros mundos posibles. El vivir experiencias
placenteras favorece el sentido de la vida y el bienestar como sentimiento
profundo interior. Las infancias necesitan experimentar estas vivencias junto a
sus padres o adultos a cargo, porque se les transmite justamente un sentido de
la vida, que no solo tenga que ver con lo útil, lo productivo. Las adulteces también
necesitan recuperar ese sentido, y solo dependerá de cada uno esa recuperación
y ese cuidado del tiempo propio, de la pausa, del ocio, del placer.
Por eso,
desde los planteos políticos y sociales las vacaciones tienen que ver con una
perspectiva de DERECHOS, donde se plantea
el descanso como algo necesario para el ser humano. Desde los derechos humanos
internacionales creados después de la Segunda Guerra mundial, donde Argentina también
los adopta en la constitución nacional hasta los derechos tangibles y concretos
que los tenemos que hacer valer día a día: el derecho a la siesta, a andar
descalzo y sin zapato y medias, a tirarse al rio y/o al mar, arroyito, derecho
al choripán dice Marcelo Percia, como el derecho a soñar, a jugar o aburrirse…
Ya… en la era
de los derechos, las vacaciones dependen de nosotros, hay que defenderlas,
darles lugar, son como “una hoja en blanco” que, si las aprovechamos bien
sirven para mejorar nuestra calidad de vida. Por eso tienen que ver con la
salud. Se “pierde tiempo” para ganarlo interiormente, para construir nuestra
salud mental, física y social, relanzando el deseo, motor de toda posibilidad de
una existencia en bienestar.